sábado, 18 de julio de 2009

MUSICA PARA SALIRSE DEL CUERPO

He escuchado de personas que con frecuencia tienen pesadillas; yo, al contrario, solo recuerdo haber tenido un mal sueño en mi vida. Esto fue a mis cuatro o cinto años; me encontraba en el templo del pueblo, las imágenes de los santos me perseguían y una risa burlona emitida por el rostro de don Bosco que deambulaba por el cielorraso me atormentaba. Pero lo que me hacia mas tenebrosa la escena era la música del órgano de tubos que sonaba insistente y penetrante.
Hace poco estuve recordando la pesadilla y caí en cuenta que desde hace mucho tiempo no he vuelto ha escuchar el órgano, es mas lo había olvidado.
Este órgano fue instalado en el templo de Contratación, en la pascua de 1954; fue un obsequio de la hermana del sacerdote Pablo Giua, quien le encargo su elaboración a un alemán de apellido Binder (único fabricante de estos instrumentos en Colombia). Transportarlo hasta el pueblo fue toda una odisea, llego a carro a Guadalupe y de ahí en adelante todas las partes que componían su cuerpo fueron cargadas a hombro por voluntarios de Contrata.
“Interpretarlo es una gran responsabilidad, en este momento se compenetra uno tanto con el instrumento, que se eleva, se olvida de todo lo que hay alrededor. El órgano paso a ser una extensión de l cuerpo”
El primero en interpretarlo fue Giua y entre 1954 e inicios de los 60, tuvo su época gloriosa cuando lo tocaba el maestro de maestros: Francisco Van Gallen, un sacerdote holandés quien lo interpretaba majestuosamente y se encargo de preparar a tres coristas. Ellos fueron: Esteban Mayorga, Miguel Rojas, y Julio Sánchez.
Todo esto lo contó don Julio, único contrateño que lo interpreta actualmente y que en ocasiones sube al coro para tocarlo durante la misa.
Don Julio se inicio en la música en el asilo de Guacamayo, allí fue amarrado muchas veces al armonio para que practicara música y no se escapara a jugar baloncesto.
En el asilo la fortuna de encontrar a Peregrino Pérez, único sacerdote colombiano en Guacamayo, el hizo que amara la música y le mostró que por medio de ella podía tener beneficios y dejaría de ser el montón.
Hoy, Don Julio muestra con orgullo unas melodías compuestas por el maestro Luís A. Calvo y que le fueron obsequiadas como premio para que fuesen interpretadas en el órgano. He tenido la oportunidad de escucharlas y es majestuoso, sonidos claros y potentes; muy diferentes a los de aquellas pesadillas…. Música para salirse del cuerpo.

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